OH SARAH
Unipersonal clásico para diva en apuros (Acerca de Sarah Bernhardt)
Un actor. Un espacio onírico y fuera de tiempo, que se tiñe de recuerdos, fantasmas y teatralidad.
Lo real y lo irreal, actuación y no actuación, todo el tiempo en juego.
Un homenaje a esas grandes actrices, divas por ser autenticas, pioneras, trasgresoras y protagonistas de la historia del teatro universal.
Acerca de Sarah Bernhardt
El célebre autor Mark Twain afirmó de forma categórica que existían cinco tipos de actrices: las buenas, las malas, las regulares, las grandes y Sarah Bernhardt.
Oscar Wilde escribió “Salome” inspirado por ella, e incluso Sigmund Freud situó un retrato suyo en la entrada de su consultorio para recibir a sus atormentados pacientes. Otras personalidades como Víctor Hugo, Jean Cocteau, Marcel Proust, Nadar, Gustave Doré, hasta el pintor Alphonse Mucha se rindieron a su talento.
Fue prostituta, actriz, madre y siempre diva. Primera actriz en la historia del Teatro en interpretar un rol masculino en escena (Hamlet).
Extravagante, pasional, excéntrica, seductora, caprichosa, arrogante, astuta comerciante y trasgresora, Sarah construyó su propio personaje fascinante, contradictorio y siempre humano.
Considerada la mejor actriz teatral de su época, nació en 1844 en un París pre-revolucionario y murió en 1923.
Palabras del director:
“… A mediados del año 2006, Juan Mako me trajo para leer, una obra que encontró en la página del CELCIT: “Oh Sarah” de Ariel Mastandrea, un unipersonal sobre Sarah Bernhardt. Apenas la leí sentí que debía dirigirla, que no había llegado a mis manos por casualidad.
Hace muchos años (en los´60) existía un programa llamado “Odol pregunta” (por un millón de pesos); allí mi abuela, Alba Mujica, una de las grandes actrices de aquella época, contestó sobre la vida de Sarah Bernhardt y ganó el premio mayor.
Ella la admiraba profundamente, y por eso para mi dirigir está obra es una forma de acercarme a mi abuela y, a través de ella, homenajear a todos esos grandes actores que siempre admiré. Actores que creaban siempre una realidad diferente de la realidad cotidiana y que sin embargo nos hacían sentir muy fuertemente sus dolores, alegrías o miserias. Para mi es una devolución, un agradecimiento a todos aquellos que hicieron que amara el teatro…” Gabriel Rovito